¿Está Petro ayudando a despejarle el camino a los elenos en El Catatumbo?

¿Está Petro ayudando a despejarle el camino a los elenos en El Catatumbo y, de paso, avanzando en su estrategia para atornillarse al poder? Yo digo que sí:

La opacidad de la falsa “paz total” —que es, en realidad, un fracaso total—, la apatía en el cubrimiento de las muchas mesas de negociación que abrió Petro, el jefe de la mafia, con quienes le ayudaron a elegirse con las armas ilegales (FARC, disidencias, elenos, narcotraficantes en general), no nos ha dejado ver el tamaño del daño que nos está causando en materia de seguridad y, sobre todo, de control territorial y de ejercicio de la soberanía en nuestro propio país: ese esperpento que Petro se inventó para agradecerle a sus cómplices históricos: los traficantes de droga.

Petro le entregó, estratégica y repartidamente, la geografía colombiana donde se siembra la coca, se produce la cocaína y se establecen las rutas de exportación, a todos aquellos que participaron en la componenda de su espuria elección.

A las FARC de Iván Márquez y a una disidencia del ELN les hizo entrega del suroccidente del país: Nariño, Cauca, Chocó y Valle del Cauca. A las disidencias de las FARC les cedió la zona cocalera del Catatumbo, controlada por el llamado frente 33, y Arauca se lo entregó al ELN. En el occidente y la costa Caribe campea el Clan del Golfo.

Petro trinó sobre este tema en plena Semana Santa, en medio de sus delirios etílicos y alucinógenos, y lo único que rescato de su locura digital es la confesión que hace de querer volver al Catatumbo una zona compartida con el tirano venezolano, su socio y jefe del cartel de los soles: Nicolás Maduro.

¿El Catatumbo, una zona compartida entre los bandidos colombianos de las guerrillas y el cartel narcotraficante del régimen venezolano? Siempre lo he dicho: uno podrá acusar a Petro de muchas cosas, pero no de no contar sus macabros planes. Siempre nos los dice. Otra cosa es que nos parezcan tan locos o descabellados, o que no los hayamos querido creer. Así se volvió alcalde, así se volvió presidente y así pretende atornillarse al poder con consultas, estados de excepción, constituyentes y cualquier excusa que intentará hasta el último momento, con el peligro de que, apoderado de la Corte Constitucional, termine dando un golpe de Estado que —no nos engañemos— está telegrafiado y en ciernes.

Con las nuevas movidas, Petro actúa como el jefe mafioso que quiere poner orden entre sus cómplices, que —como buenos bandidos— rompieron los equilibrios y empezaron a tomarse territorios que pertenecían a otros, según la repartija que el mismo gobierno había avalado. Es así como las FARC de “Mordisco” se convirtieron en competencia de elenos y FARC y, por lo tanto, en el suroccidente colombiano, son las únicas fuerzas del bandidaje a las que ordena Petro combatir. De ser cierto que esta vez sí fue dado de baja el bandido alias “Mordisco”, no será más que un triunfo que celebrarán aquellos a quienes se les despeja el territorio: las FARC de Iván Márquez y los frentes elenos que operan —en el mismo modelo ilegal que en el Catatumbo— en el Valle del Cauca y Cauca.

Petro, el jefe de la mafia, está moviendo sus hilos para consolidar la tiranía. Ese ha sido su plan desde que fue elegido. Ahora sabemos que lo logró mediante toda clase de artimañas y de la mano de los delincuentes. Así lo confirmó el mismo ELN ante todo el país hace unos días. Y, como del criminal impune todo se puede esperar, nada ha sucedido en Colombia tras semejante confesión de parte.

En su momento, vimos cómo, por una disputa de cocaína robada por las FARC del frente 33 al cartel de los soles, sus máximos jefes —Maduro y Padrino— enviaron desde Venezuela a su brazo paramilitar, los elenos, a masacrar el Catatumbo. Ahora, de paso, se quieren quedar con la zona. ¿Es por eso que rompe el cese al fuego con uno de los tantos sectores de las FARC? ¿Para ayudarles a los elenos a controlar el Catatumbo y cumplir con el pacto que hiciera el malhadado exministro Iván Velásquez con el jefe narcotraficante —pedido por la justicia norteamericana— Vladimir Padrino López, tendiente a crear en el Catatumbo una zona “binacional” que no tiene otro fin que producir la cocaína que se exporta, vía Venezuela, a Estados Unidos y al resto del mundo?

Ya bastante partido le ha sacado Petro a esa jugada: hoy gobierna por decreto bajo el pretexto de la conmoción interior que dictó en el Catatumbo, y esa situación se volverá permanente tan pronto como la Corte Constitucional —con el lobista principal de Petro, Vladimir Fernández, elegido magistrado con los dineros corruptos de la UNGRD, según afirma la exconsejera de confianza de Petro, Sandra Ortiz— avale su esperpento de conmoción.

Gracias a esa incursión sangrienta de sus aliados del ELN —los mismos que admitieron haberle ayudado a llegar al poder—, Petro encontró la excusa perfecta para decretar el estado de conmoción interior.

Esa invasión armada, gestada y lanzada desde Venezuela, asesinó a cientos de colombianos en el Catatumbo y desplazó a miles de pobladores. ¿Por qué ocurrió la masacre? Porque el frente 33 de las FARC robó un cargamento de cocaína al cartel del régimen de Maduro. Sus socios en el negocio, los elenos, incursionaron entonces en territorio colombiano para cobrar venganza y recuperar no solo la droga, sino también para apropiarse del territorio del Catatumbo, una zona dedicada al cultivo de coca y al procesamiento de cocaína, que, a través de Venezuela, es exportada por el cartel de Maduro hacia Estados Unidos.

Para completar la tropelía, Iván Velásquez —el infame exministro de Defensa, que cumplió con la misión de desmantelar nuestras Fuerzas Armadas— se reunió con uno de los narcotraficantes más buscados por la justicia norteamericana, Vladimir Padrino López, para acordar el manejo de la zona cocalera que nutre de cocaína al cartel, destinada a Estados Unidos y Europa.

Así, por un negocio de narcotráfico, no solo se cegaron vidas y se desplazó a poblaciones enteras, sino que, además, Petro aprovechó la ocasión para decretar el estado de conmoción interna.

Petro y sus secuaces no dan puntada sin dedal: transformaron un problema de narcotráfico en una excusa para alcanzar un fin político —gobernar por decreto sin necesidad de pasar por el Congreso— justo en el momento en que se definen los caminos políticos electorales para 2026, y en el inicio de una consulta popular impulsada por Petro y Armando Benedetti.

¿De verdad vamos a ser tan ingenuos como para creer que Petro y Benedetti promueven una consulta popular en un año electoral en beneficio del país?

¿De verdad vamos a creer que la conmoción interior decretada por Petro —aprovechando una disputa por narcotráfico que le otorga la facultad de gobernar por decreto en pleno año electoral— es una medida adoptada para atender un hecho “imprevisible”?

Petro, igual que Chávez y como le inculcó Castro, llegó al poder por la vía democrática y hará todo lo que esté a su alcance para quedarse en él.

Petro no está loco, señores. Petro no está acabado. Petro no se quiere ir del poder. Petro está ejecutando su plan estratégico y su agenda construida desde hace más de 40 años, desde que decidió empuñar las armas para conseguir el poder sin temor a matar o a que lo mataran. Ya logró conseguirlo. ¿Creen ustedes que lo va a soltar democráticamente, después de cuatro años de no haber logrado nada diferente a apoderarse de la institucionalidad que habría garantizado la democracia?

¿Será que ahora, teniendo la decisión en sus manos, los magistrados de la Corte Constitucional fallarán en derecho y, de paso, aportarán a salvar la democracia?

Juan Carlos Cortés, Natalia Ángel, Vladimir Fernández —quien, según la exconsejera de Petro, Sandra Ortiz, fue elegido por el Senado a cambio de un soborno pagado con dinero corrupto y en efectivo—, Miguel Polo —recién elegido gracias a Petro en el Congreso— y Diana Fajardo están hoy formando mayorías para bendecir el golpe de Estado que Petro está fraguando. Los otros cuatro magistrados dudan en contradecirlo, pues han recibido el mensaje de que, si fallan en derecho como corresponde y declaran inexequible la narco-conmoción, Petro les echará encima a la opinión pública y serán objeto de la venganza que se avecina con la consulta en contra de todo aquel que se oponga a sus deseos.

Señores magistrados, recuerden a Hitler: todos contemporizaron con él, temerosos de la guerra. Poco a poco le fueron cediendo espacios, terrenos; lo dejaron fortalecerse, y de nada sirvió, porque su objetivo siempre fue la guerra. Lo mismo sucede con Petro: cada concesión que le ha hecho el Congreso —ya sea por corrupción o por miedo—, cada concesión que haga la justicia y la sociedad en general, no hará sino fortalecerlo para el momento en que dé el zarpazo final. El único objetivo de Petro es quedarse en el poder.

Ahí les dejo dos frentes que pasan por nuestras narices, y parece que no los queremos ver: el militar y el jurídico, tejidos desde Palacio por la mafia que gobierna a Colombia.

Abelardo De La Espriella

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